¡Prepárate para sentir la ciudad!



Viaje al extranjero sin salir de Bogotá.
Era abril de 2017 y yo caminaba por las encharcadas calles del barrio Kennedy, en el suroccidente de la capital, muy cerca al estadio Metropolitano de Techo. Me dirigía al Café Canterbury, un conocido bar del sector de las Américas, ubicado al frente del Cine Colombia. ¿El motivo? Asistir a un evento de intercambio cultural en el que al parecer podía practicar, o incluso aprender, distintos idiomas con extranjeros y locales, mientras me tomaba un café y participaba de sus actividades.

Escrito por: Gabriel Ramírez
Fecha de publicación: 19 Abril 2017
Hacia un tiempo me perseguía la necesidad de aprender una nueva lengua, por lo que no tardé en aceptar la invitación de una amiga que en varias ocasiones había participado de estos eventos. Los institutos y programas virtuales se habían llevado el interés que me quedaba por aprender un idioma extranjero; así que esta propuesta sonaba bastante interesante.
Era una tarde gris y melancólica de sábado, hasta hace algunas pocas horas había cesado de llover en Bogotá, y los negocios nocturnos apenas se preparaban para la fiesta. Entre ellos estaba el Canterbury, un café bar de modestas puertas en madera, pero con tres pisos de servicio. En su interior, se encontraba mi acompañante, y pese a que llevaba un buen tiempo esperándome, mi atención sólo podía centrarse en un pequeño letrero que colgaba de una mesa, un cartel que decía Dame Tu Lengua, qué bien logrado estaba ese nombre.
Yennifer, una de las coordinadoras del evento, nos dio la bienvenida. La agenda del día consistía en un espacio de cuatro horas para el intercambio de idiomas, seguido por un quiz musical sobre cine y, finalmente, la presentación de la agrupación Camarón Pistola. El precio o la contribución, como ellos le llaman, era de 5.000 pesos; un monto que me pareció bastante asequible.
El segundo piso del Canterbury, donde se estaban llevando a cabo las actividades, parecía estar suspendido en el tiempo y el espacio. El ambiente era sombrío, ensoñador, pero acogedor, casi familiar; los colores negro y rojo prevalecían en las paredes del lugar, mientras las luces tenues y el olor a incienso nos invitaban a pasar. El evento había empezado apenas hace una hora y siendo las cuatro de la tarde ya había mal contadas unas 60 personas.
El plan parecía simple. Se trataba de sentarnos, compartir y explorar lo que pasaba en cada mesa, vivir la experiencia. A nuestra merced cuatro lenguas. Alemán e inglés avanzado para los temerarios, francés y español para los románticos, y por supuesto inglés básico para los más recocheros.
Sin percatarnos, se nos acercó una joven rubia de unos 25 años, su nombre era Léa Pennober, por su acento fue fácil deducir que no era colombiana. Nos preguntó si estábamos interesados en un idioma en especial. En ese punto, debo reconocer que aún no había contemplado el idioma que venía a practicar, así que preferimos sentarnos en una mesa aparte, desde allí podía ver cómo se desenvolvían las personas en las otras mesas y decidirnos por una.
Desde las escaleras me pareció estar en un banquete de la Edad Media, el escenario del fondo se asemejaba a un trono y frente a él se encontraban 3 grandes mesas de madera, todas abarrotadas de personas. Mi atención, en esta ocasión, se posó en las pequeñas banderas que colgaban de las mesas. A mi izquierda la bandera norteamericana, en el centro Francia, y a mi derecha Gran Bretaña. Justo a mi lado y sin perder protagonismo dos mesas más, una con la bandera Española y la otra con la Alemana.
Inicialmente decidimos sentarnos en la mesa estadounidense (inglés básico), en medio de un mundo de personas que nos invitaban a romper las fronteras, reconozco que tardamos un poco, pero el café, la cerveza y la música nos sirvieron de estimulantes para pronunciar las primeras frases.
Se acercaba la hora del evento central (Nina Simone ambientaba el lugar, sonaba Feeling Good), cuando la música fue interrumpida por un micrófono que anunciaba la hora del quiz musical. El objetivo era que los participantes escucharan 15 pistas correspondientes a bandas sonoras de películas famosas, e indicaran en una lista el orden en el que habían sido reproducidas. Al final quien tuviera mayor número de aciertos ganaría un cupo en el club conversacional de Dame Tu lengua en el idioma de su elección.
Por un momento dejamos la mesa en la que nos encontrábamos para acercamos a la barra del lugar, los cócteles estaban en promoción 2x1 y la cerveza extranjera a 5.000 pesos la unidad. Pedimos unos margaritas y aprovechamos para hablar con Léa, nuestra amable anfitriona. Nos contó que es francesa y que se encuentra en Colombia haciendo sus prácticas de Gestión de Proyectos Internacionales Multilingües con la Fundación Dame Tu Lengua, y que gracias a esta organización había podido mejorar su español y hacer nuevos amigos.
La confianza se afianzó con el pasar del tiempo y, con ella, la sensación de viajar por el mundo a través de cada conversación. Una particular versión del juego ¿Quién soy yo?, en el que a partir de preguntas intentamos identificar el personaje que nuestro compañero nos otorgó, puso a prueba nuestro vocabulario y pronunciación. Lennon, Michael Jackson, El Che Guevara y otras celebridades se tomaron nuestros cuerpos.
A las seis de la tarde el ambiente en el Canterbury estaba cada vez más a tope, los que antes menos hablaban; ahora eran el alma de las intervenciones y las personas ya no permanecían en una sola mesa, sino que como buenos Peregrinus saltaban de experiencia en experiencia.
La música de películas como: Pulp Fiction, Piratas del Caribe, el Club de la Pelea, Sherlock Holmes, entre otras se robaron la atención durante 20 segundos cada una. El ambiente pasó una y otra vez del unísono de la expectativa; a la exuberancia de cada acierto. Al final, y después de un desempate, una chica de la mesa de francés fue la feliz ganadora, marcando así el cierre de una nueva intervención del Dame Tu Lengua.
No es necesario ir hasta París, Múnich o Londres para intercambiar idiomas con extranjeros y mucho menos para conocer sus culturas. Por tan solo 5.000 pesos en Bogotá puedes disfrutar de una tarde de intervenciones extranjeras. No se trata de qué tan bien lo haces, sino de darse la oportunidad de intentarlo, eventualmente iras aprendiendo. Muchos se quedan en el Canterbury, la cita será el próximo sábado en una nueva versión del Dame tu lengua que recorre la ciudad con el único objetivo de ampliar las fronteras de los bogotanos.


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